Todos los que hemos estado en alguna relación, sabemos que toda relación presenta altibajos, que si no se saben manejar pueden terminar en enfriamiento, debilitamiento y aún terminación o fractura de la relación.
La iglesia de Éfeso tenía una buena relación con Jesús, pero como muchas veces pasa nos ocupamos tanto en la obra, que olvidamos al Señor de la obra.
Era una iglesia misionera, que era seria en la doctrina, paciente, sufrida, mejor dicho tenía buenas cualidades, las mejores, pero habían perdido algo de suma importancia, el primer amor.
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.”
Apocalipsis 2:4-5
Sin duda esta es una palabra de reflexión, y confrontación, quitar el candelero, es dejar de ser una iglesia eficiente, una iglesia relevante, dejar de ser luz, dejar de ser sal, y si la sal pierde su sabor para qué sirve? Es desechada.
Creo que el activismo de la Iglesia no es sinónimo de pasión, ni mucho menos de espiritualidad, eso no es garantía, la garantía de la pasión, son corazones sinceros, conscientes de lo que hacen, con objetividad y haciendo lo que Dios les mando a hacer. Esta iglesia era activa pero se había endurecido, y ahora tenían una amenaza, su luz iba a ser quitada!
3 cosas nos demanda este versículo,
1. Recordar.
El hijo pródigo en su peor momento, Recordó! Recordar es el primer paso al camino de regreso, en la parábola del hijo pródigo, Jesus no está hablando de inconversos, sino de hijos que se fueron de la casa del padre, que se alejaron, que se distrajeron! Que malgastaron, pero la historia narra que el hijo pródigo RECORDÓ! De dónde venía, quien era su padre y todo lo que tenía en casa.
El padre lo espera día a día, para volver a ver los ojos de su hijo, volver a escuchar su voz, abrazarlo, besarlo. (Es lo que yo como padre hago a diario).
Dice la parábola que a lo lejos lo ve, quizás ni lo distinguía bien, pero su instinto no falla, no espera que el llegue, su deseo de volver a verlo hace que corra al encuentro de su hijo, Lo abraza, le besa el cuello, le perdona y restituye el lugar que le pertenecía.
Creo que cuando despertamos de nuestra «independencia» nos damos cuenta que hemos sido arrogantes, bueno y también ignorantes al despreciar el amor de Dios.
¿Que padre no quiere lo mejor para sus hijos?
2. Arrepentimiento.
admitir que fallamos, que estamos mal, que estamos en pecado, que somos débiles, la palabra de Dios dice que él se perfecciona en nuestra debilidad. Permite que Dios se muestre en tus flaquezas, reconoce y admite. El verdadero arrepentimiento se demuestra con hechos, con frutos.
El arrepentimiento lleva compromiso para no repetir, el arrepentimiento lleva tiempo para ver los frutos, frutos de arrepentimiento.
Requiere un corazón sincero, listo a el encuentro.
3. Volver a las primeras obras. Debemos producir fruto! ¿Recuerdas tu corazón, el primer día que empezaste a trabajar en su obra? ¿El primer día que te pusiste el uniforme y empezaste a servir? ¿Recuerdas la alegría? ¿Recuerdas el primer día que predicaste? ¿O dirigiste la alabanza? ¿Que casi no pudiste dormir? ¿Recuerdas la oportunidad que tuviste de tocar por primera vez en un servicio? ¿O de estar en las cámaras, sonido, escuela dominical, jóvenes, carceles, el día que bendijeron como líder de ministerio? ¿Recuerdas ? Que compromisos hiciste? Como te sentiste?.
Yo recuerdo el día que me bautice, y los días siguientes. Recuerdo como corría a encerrarme en mi cuarto a orar con pasión!! Pero ahora saco excusas, por la hora, por mis ocupaciones, por el ministerio. Oh iglesia de Éfeso tengo contra ti que has dejado el primer amor!.
Que podamos decir como el Salmista David, Salmo 84:2 Anhela mi alma y aún ardientemente desea los atrios de Jehová, mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
¡Hay que volver a la pasión! Volver al primer amor!